Monday, April 7, 2008
Una evidencia de la Veracidad del Libro de Mormón - Parte 2
En mi entrada previa en este blog, le he dicho de alguien a quien llamé, "uno llamado erudito". Yo les llamo así porque creo que alguien no es un erudito cuando dice "cada vez que leo el Libro de Mormón veo evidencia en sus páginas de un acercamiento a la naturaleza de José Smith." Por supuesto que al decir esto, básicamente lo que implica es que el Libro carece de instrucción y que José Smith escribió el Libro de Mormón por sí mismo, de su propio conocimiento, que era muy limitado, en lugar de la traducción de un antiguo registro lo cual en realidad hizo. También me dijo como la semana pasada el mismo hombre pasó a describir este libro de libros como "literatura defectuosa". Sugerí entonces que éste no debe ser un lector del Libro de Mormón, porque el Libro de Mormón no es literatura defectuosa. En lugar de ello, está lleno de grandes profundidades. Me dio un ejemplo en mi entrada anterior, y ahora le doy otro ejemplo ahora.
Esto es algo que aprendí en el Escuela Dominical en mi clase SUD de la semana pasada: Nuestro maestro nos leyó el versículo 16 del capítulo 12 de 2 Nefi del Libro de Mormón que dice:
“Y sobre todos los barcos del mar, y sobre toda nave de Tarsis, y sobre todos los panoramas agradables.”
En esta escritura, un profeta del Libro de Mormón estaba citando la versión del libro de Isaías, capítulo 2 que figuraba en una gran colección de escrituras que se habían traído consigo de Jerusalén.
A continuación, nuestro maestro nos pidió dar un vistazo a una nota al pie de página en la parte inferior de dicha página del Libro de Mormón que dice: “La versión griega (Septuaginta) tiene una frase que el hebreo no tiene, y el hebreo tiene una frase que el griego no tiene; pero 2 Nefi 12:16 tiene las dos.” Entonces, el Libro de Mormón tiene ambas frases, lo que demuestra que las planchas de bronce no han perdido ni una frase.
Permítame explicar lo que se entiende por "las planchas de bronce". Como se explica en el Libro de Mormón, después de que el profeta Lehi y toda su familia que vivían en Jerusalén (en el año 600 a.C. aproximadamente) habían abandonado su hogar, y por instrucciones del Señor, habían vivido en tiendas de campaña y comenzado un largo y difícil camino que finalmente les conduciría a América, el Señor, a través de la revelación, le dio a Lehi más instrucciones. Se le dijo que debía enviar a sus hijos de vuelta a Jerusalén para obtener las planchas de bronce, lo que es equivalente al mayor porcentaje de nuestro Antiguo Testamento, a fin de que durante su largo y arduo viaje, cuando llegaran a la "tierra prometida", tuvieran la palabra de los santos profetas de Dios para darles una orientación para la crianza de sus hijos en la verdad y la justicia. Isaías fue uno de los libros que figuran en las planchas de bronce. Es, por supuesto, la más reciente versión de la Biblia también.
Es bien conocido entre los eruditos que conocen la Biblia que en varias traducciones posteriores de las Escrituras, a través de los errores cometidos por los transcriptores, etc., las versiones más antiguas son consideradas las versiones más correctas. Esto tiene sentido, ¿no? En la nota al pie de la página que nuestro maestro de Escuela Dominical nos ha leído, tenemos pruebas de esta misma cosa. La versión más antigua (la de Lehi en las planchas de bronce) es la versión más correcta, cada una de las dos nuevas versiones enumeradas anteriormente hay una frase que falta.
Ahora le pregunto querido lector, ¿Cómo puede un joven, un hombre sin educación de los campos de Nueva York, a fines de 1820 crear esa profunda información? El hecho es que él no lo hizo. Él tradujo, por el poder del don de Dios que le fue dado para traducir, de un registro grabado sobre planchas de oro. (Por cierto, ahora hay pruebas reales en varios lugares en todo el mundo, que los habitantes antiguos a menudo escribían sus importantes registros en planchas de metal a fin de preservarlos mejor). En su Libro de Mormón, por favor pase a la segunda página. Encontrará dos párrafos, uno firmado por tres testigos y el otro por ocho testigos, afirmando entre otras cosas que habían visto las planchas de oro, que fueron las antiguas escrituras de las que se tradujo el Libro de Mormón.
Yo sé porque el Espíritu Santo me ha testificado a mí personalmente que todo lo anterior es correcto.
Por cierto, tengo que admitir que yo también suelo omitir la comprobación de las notas al pie de las páginas que se han previsto para nosotros en todas nuestras Escrituras SUD. Doy crédito a mi esposa, Melva, por ser el ejemplo para mí, en poner atención a los ricos tesoros que la mayoría de las veces son notas al pie de la página.
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(Ayuda con el español Traducción: Fabiola Sikes)
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