Pintura: Harry Anderson
El sermón del monte.
Mateo 5: 1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: 3 Bienaventurados losPintura: Harry Anderson
pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos
recibirán consolación. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 6 Biena- venturados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos
verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bien- aventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galar- dón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. 13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 14 Vo-sotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el cande- lero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. 17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así en- señe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 21 Oísteis que fue dicho a los anti-guos: No matarás, y cualquiera que matare será cul-pable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será cul-pable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su
hermano, será culpable ante el concilio: y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. 23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, recon-cíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25 Ponte de acuerdo con tu ad-versario pronto, entre tanto que estás con él en el ca-mino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto
te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante. 27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miem- bros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere: y el que se casa con la repud- iada, comete adulterio. 33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus
juramentos. 34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén porque es la ciudad del gran Rey, 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. 38
Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 Y al que quiera ponerte a pleito y
quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cual- quiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. 43 oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os resiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y
buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Jesús y los niños
Marcos 10: 13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Viéndolo Jesús, se indignó, y le dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.Pintura: Walter Rane
Jesús y el buen samaritano.
Lucas 10: 25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás. 29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó enPintura: Clark Kelley Price
manos de ladrones, los cuales le despojaron: e hiri-éndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31 Acon-teció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32 Asímismo, un levita, lle-gando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca
de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34 Y
acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36 ¿quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo
del que cayó en manos de los ladrones? 37 Él dijo: El
que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé y haz tú lo mismo.
Lucas 15:11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos. 12 Y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincial apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran ham-bre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue
y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que pacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los credos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre, y cuan-do aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a miseri-cordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y cal-zado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y com-amos y hagamos fiesta; 24 Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y a es halla-do. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 Y llamando a uno de los cri-ados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 En-tonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto
su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respon-diendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no
habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes
con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muer-to, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Mateo 19:16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro
bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eternal? 17
Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre y Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Que más me hace falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser per-fecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
Juan 9: 1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, paraPintura: Robert Barrett
que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es
que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y unto con el lodo los ojos del ciego. 7 Y le dijo: Vé a lavarte en el estanque de Siloé (que
traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. 8 Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se ntaba y mendigaba? 9 Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo, Vé al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. 12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? El dijo: No sé. 13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16 Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarde el Día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos. 17 Enton-ces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta.
Marcos 6:45 En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; 47 Y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta
vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. 49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; 50 Porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.
Lucas 8:22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. 23 Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. 24 Y vinieron a él y le despertaron diciendo: ¡Maestro, maestro, que pere-cemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. 25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
Jesús sana a la hija de Jairo
Marcos 5:22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
Ahora veamos en el Libro de Mormón, otro testamento de Jesucristo, el reporte del profeta Mormón de cómo los Nefitas (los descendientes de Lehi y los ancestros de Mormón) se están preparando para recibir la visita de Jesús después de Su resurrección. Recuerden que Mormón escribió el Libro de Mormón editando los registros de los profetas Nefitas.
Por favor presione en el siguiente enlace, le invito a que pueda escuchar también a la vez que lee. Eso ayuda a mantener el enfoque y a recordar.
Después de establecer la paz en la tierra, desearíamos que los Nefitas pudieran vivir un tiempo de paz esperando a que la profecía se cumpliera y que viniera Jesucristo resucitado a su tierra.
En lugar de mantenerse fuertes y resolutos como pueblo, de vivir justamente después de haber vencido a los Ladrones de Gadiantón, parecería que muchos, aunque no todos, empezaron a retornar a sus iniquidades anteriores de acuerdo con los siguientes versículos
III Nefi 6: 10 Pero aconteció que en el año veintinueve
empezaron a surgir algunas disputas entre los del pueblo; y algunos se ensalzaron hasta el orgullo y la jactancia, por razón de sus sumamente grandes
riquezas, sí, al grado de causar grandes persecuciones; 11 porque había muchos comerciantes en la tierra, y también muchos abogados y muchos oficiales. 12 Y empezó el pueblo a distinguirse por clases, según
sus riquezas y sus oportunidades para instruirse; sí, algunos eran ignorantes a causa de su pobreza, y otros recibían abundante instrucción por motivo de sus
riquezas. 13 Algunos se ensalzaban en el orgullo, y otros eran sumamente humildes; unos devolvían injuria por injuria, mientras que otros sufrían injuria y persecución y toda clase de aflicciones, y no se volvían e injuriaban a su vez, sino que eran humildes y contritos delante de Dios. 14 Y así surgió una gran desigualdad en toda la tierra, de tal modo que empezó a deshacerse la iglesia; sí, a tal grado que en el año treinta se deshizo la iglesia en toda la tierra, con excepción de entre unos pocos Lamanitas que se habían convertido a la verda-dera fe; y no quisieron separarse de ella, porque eran firmes, inquebrantables e inmutables; y estaban dispuestos a guardar los mandamientos del Señor con toda diligencia. 15 Ahora bien, la causa de esta iniqui-dad del pueblo era ésta: Satanás tenía gran poder, al grado de incitar a los del pueblo a cometer toda clase de iniquidades y a inflarlos de orgullo, tentándolos a que procuraran poder, y autoridad, y riquezas, y las cosas vanas del mundo. 16 Y así desvió Satanás el corazón del pueblo para que cometiera todo género de iniquidades; de modo que no había gozado de paz sino pocos años. (Énfasis agregado)
¿Estarán listos los Nefitas para recibir la visita de Jesucristo después de Su resurrección?
¿Tendrán éxito al oponerse a los esfuerzos de Satanás? (¡Satanás es una realidad! Podrían preguntarle a Jesús después de su ayuno de 40 días si Satanás es real. Él fue severamente tentado por él, pero no cedió) Sus profetas, con Nefi tomando el frente, están trabajando duro para preparar al pueblo para ese bendito tiempo cuando Jesús venga a visitarlos, pero las cosas se ven mal por lo que acabamos de leer. Jesús, de acuerdo con Juan 10:16 sabe que estará visitando a Sus otras ovejas, algunos de ellos son Nefitas. Esto sucede de seguro, pero, ¿quiénes estarán preparados para ver al Salvador resucitado?
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Neil Birch
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